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martes, 29 de noviembre de 2016

De la gloria al drama. Chapecoense.

     Durante la noche del lunes el avión, de la compañía boliviana LaMia, que transportaba al heróico Chapecoense a tierras colombianas para disputar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional se estrelló a la altura del municipio de La Ceja, cercano a su destino, la ciudad de Medellín. A bordo iban 81 personas; 22 futbolistas, 28 acompañantes y directivos, 22 periodistas y 9 miembros de la tripulación (pilotos y azafatas). De todos ellos, según el jefe de la Policía de Medellín, José Gerardo Acevedo, solo han sobrevivido 5 personas. En un principio fueron 6, pero uno de ellos ha fallecido. Según pasen las horas se irán identificando tanto las víctimas como los supervivientes. A esta hora de la mañana se sabe que de los tres supervivientes dos eran jugadores del equipo brasileño y una azafata, aunque hay que esperar a que fuentes oficiales brasileñas o colombianas comiencen a esclarecer datos sobre el accidente, ya que la información que se maneja ahora es mucha y muy variada, lo que solo puede provocar confusión y desinformación. Por eso desde La Cruceta, donde enviamos nuestro más humilde apoyo y ánimo al club brasileño y todas las personas afectadas por el accidente, vamos a respetar el honor de las víctimas y no dar ninguna información acerca de nombres hasta que no haya información oficial.

"En cuantas vidas yo viva, en todas te amaré". El mensaje
en Instagram de Cleber Santana, ex del Atlético, antes de despegar.
     Lo único que podemos hacer desde este humilde blog es hablar de los logros del club brasileño hasta encararse al que iba a ser el partido más importante de su historia. El Chapecoense estaba en 2009, apenas hace siete años, en la cuarta división del fútbol brasileño, logrando su ascenso meteórico a la primera división con una gran temporada en 2014, viviendo 35 años después, de sus 41 de historia. 20 victorias y 12 empates en 38 jornadas en segunda le dieron el ansiado ascenso. Siendo uno de los equipos que más animaba la competición, logró quedar tercero en el campeonato brasileño y conseguir su pase a la actual Copa Sudamericana. Competición en la que fue superando escollos de manera espectacular, en primera fase el Chapecoense se deshizo del Cuiabá, su rival brasileño, pese a caer por 1-0 en la ida, al vencer por 3-1 en el enfrentamiento de vuelta. Ya en la ronda de octavos de final, los brasileños eliminaron en la tanda de penaltis al todopoderoso argentino Independiente de Avellaneda. Empataron ambos encuentros a cero y se impusieron en la tanda de penaltis (5-4). En cuartos de final, el Chapecoense levantó el 1-0 del Junior colombiano en el partido de ida con un 3-0 como local en la vuelta. Los brasileños completaron la hazaña al eliminar a otro histórico argentino en semifinales, al San Lorenzo de Almagro, después de empatar en territorio argentino por 1-1 y aguantar el 0-0 en la vuelta, en Brasil. 


Así celebraba el pase a la histórica y ansiada final.

    Se preparaba para viajar a Colombia a disputar la ida de esta histórica ronda para el club, la final de la Copa Sudamericana. Toda una épica para un humilde club como el Chapecoense. Una auténtica desgracia para los brasileños que con su esfuerzo y el apoyo de una gran afición había logrado lo que parecía impensable. Se seguirán llevando a cabo labores de rescate y se irá actualizando la información acerca de los supervivientes. Esperemos que sean los más posibles.

     Estos son los nueve futbolistas que ni fueron convocados para este partido: Martinuccio, Nemén, Rafa Lima, MBoeck, Demerson, Nivaldo, Moisés, Hyoran y Andrei.




Força Chapeco.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Se mereció más


    Por primera vez esta temporada el Sporting alineó una línea de cinco en defensa muy clara para tratar de frenar las ofensivas merengues. Sin embargo el conjunto gijonés disputó uno de los partidos más serios de la temporada. Con un arranque muy prometedor venciendo en El Molinón al Athletic o a rivales directos como el Leganés, lo cierto es que la última racha de derrotas - 8 derrotas y 2 empates en los últimos 10 partidos - deja al Sporting en una situación de descenso y con un Pitu Abelardo muy discutido por algunos aficionados, aunque su situación no parece peligrar. Con partidos donde jugó mejor que su rival, y otros partidos desastrosos en defensa, sea como fuere el conjunto de la capital de la costa verde era incapaz de obtener los tres puntos y cambiar esta pésima dinámica. Hoy tampoco parecía el día para esto, aunque no sería la primera heroicidad de los gijoneses en Chamartín. Sin ir más lejos hace cinco años el equipo dirigido por Manolo Preciado rompía la racha de imbatibilidad de Mourinho a domicilio. Pero los tiempos han cambiado mucho.


El Sporting con defensa de 5, con Douglas saliendo (en falta a Cristiano)
y Carmona y Moi Gómez volviendo de la presión.
     En la tarde de hoy los fallos defensivos del Sporting se pagaron muy caros, además porque fueron en los primeros instantes de partido. Un penalti absurdo, pero riguroso, completamente evitable, sobre un Lucas Vázquez que salía hacia fuera del área y se alejaba de la zona de peligro, puso en ventaja al Real Madrid. Un Real Madrid que, tras un fallo en la marca al lanzamiento de un córner tuvo en Cristiano Ronaldo una clarísima ocasión que unos minutos más tarde, en un error similar, no desaprovechó. Con Amorebieta defendiendo a 4,5 metros del portugués, el zaguero central dejó en bandeja el gol al luso que remató a la altura del punto de penalti, imposible para Mariño, una situación bastante difícil de explicar especialmente en una defensa de cinco con tres centrales. Del Real Madrid no vimos más en toda la primera parte. Intentó algunas incursiones a través de contraataques por los extremos, ya que el Sporting era el que manejaba la pelota y trataba de llegar sin mucho éxito al área de Keylor Navas, hasta el momento del buen gol de Carmona. En la segunda parte esto se acentuó, hasta el punto que el Sporting dispuso de un penalti fallado por Cop que hubiera supuesto el empate a dos ante un impasible Real Madrid. Lo cierto es que de entrar ese penalti no hubiera sido nada injusto para lo visto durante el partido.

     El Sporting era capaz de hacer circular el balón de una banda a otra, y según pasaban los minutos el conjunto gijonés iba ganando en confianza y acumulando hombres arriba, con el propio Amorebieta descolgándose más y con Moi Gómez y Carmona - continuado por Víctor Rodríguez y Viguera - con mucha libertad para moverse en tres cuartos y encontrar los espacios en una línea poco - y mal - cubierta por el Madrid.


Defensa de cuatro del Sporting con Amorebieta adelantado
por la presión arriba de Sergio.
     Los gijoneses se mostraron muy ordenados, con un 5-4-1 muy claro en defensa, descolgándose muchas veces en una especie de 4-4-2 "ficticio" para frenar el juego interior madridista, con Amorebieta siendo el central que se adelantaba unos metros para evitar que los blancos se diesen la vuelta en tres cuartos y con Sergio Álvarez o Carmona adelantándose también para presionar la salida merengue, con especial vigilancia sobre Modric, el hombre más importante en la elaboración del Real Madrid, como ya es sabido. Lo cierto es que a pesar de formar con defensa de cinco bastante retrasada y una presión ligeramente alta pero no muy intensa en campo rival, no más que lo que podía estorbar Cop para no desordenarse atrás, no se puede decir que el Sporting saliese a encerrarse atrás en el Bernabéu. Jugó mejor que el Madrid, tuvo mejor el balón en sus pies, llegando con más decisión al área rival, a pesar de que las estadísticas muestren lo contrario - más posesión y disparos entre los tres palos para el Madrid -. Dos errores condenaron a un Sporting que mereció más. La típica efectividad de un grande, principalmente característica además en el Real Madrid, fue suficiente para sumar tres puntos más. Para algunos es muy fácil. Mientras, otros, tienen que trabajarlo mucho más y a veces, como en esta ocasión, sin éxito. Los errores se pagan muy caro, y es lo que hay que tratar de evitar. Mantener la continuidad, sea con este sistema o en el 4-2-3-1 que ya era habitual o el 4-4-2 que estuvo probando los últimos partidos, será clave para que el Sporting trate de remontar el vuelo. Jugando como hoy ganaría la mayoría de encuentros, eso seguro.

La importancia de la buena presión



     El miércoles pudimos ver un partido que fácilmente nos podríamos encontrar en una ronda de octavos de la Champions League. Pero en este caso el partido de la jornada fue de grupos. Arsenal y PSG se jugaban en su duelo particular la primera posición del grupo A. Con el 1-1 de París este 2-2 le sirve para tener ventaja de cara a la última jornada para ocupar ese puesto a los de Unai Emery. Con un guión de partido bastante similar a lo que pudimos ver en el encuentro de ida, se notaba en ambos equipos la tensión de lo que había en juego, no como en su anterior enfrentamiento. Sin embargo podíamos ver también a un equipo de Emery mucho más rodado que en aquella cita parisina, mientras en Wenger retornaba la idea de Giroud en punta desplazando a Alexis a la banda mientras por la otra reaparecía el joven Iwobi.

Onces iniciales Arsenal - PSG
     Mientras ambos equipos se peleaban por mantener la posesión, una disputa que en la primera parte iban ganando los parisinos, la clave en el juego de ambos fue la presión. Los dos conjuntos se estaban midiendo de igual a igual, trataban de mantener una elevada posesión a un ritmo medio de combinación, con una línea defensiva alta y una presión elevada que empezaba en el área rival. Ese quizás era el rasgo distintivo de ambos equipos. Durante todo el partido la posesión se iba repartiendo por momentos como es lógico, ya que es un elemento de suma cero, cuando un equipo tiene el balón, el otro no puede tenerlo. Sin embargo la presión no es excluyente. Ambos pueden hacer una presión alta para tratar de dificultar el movimiento de la pelota y tapar las líneas de pase al medio del campo rival. Superar la primera línea de presión del equipo rival era el primer paso para elaborar una peligrosa acción ofensiva, ya que una vez el balón llegaba a los hombres de calidad en el pivote, Ramsey para los londinenses y Verratti para los parisinos, los equipos ya habrían sorteado a tres o cuatro hombres que estaban ejerciendo la presión.

Presión elevada del Arsenal cuyo robo permite provocar el penalti del 1-0
Esto sumado a la capacidad de jugar de manera vertical de los hombres de arriba de ambos equipos provocaba que se combinasen momentos de largas posesiones con jugadas mucho más rápidas y frenéticas lideradas por Alexis o Di María.

     Aun con todos los matices en el juego, con ambos equipos desplegando el mismo tipo de fútbol, la presión eficaz era lo lo que más ventaja le daba de ganar a uno de ellos. El que mejor presionase la salida al rival, ganaría. Finalmente el empate puede demostrar que ambos ejercieron igual de bien la presión desde su delantera, pero lo cierto es que no fue el factor trascendente para que uno de los dos equipos fuese superior, sino que lo fue para que el partido se desarrollase de esa manera.

Invicto e indeciso



     En anteriores artículos, hablando sobre el Oporto - Benfica, ya destacábamos la increíble racha del equipo lisboeta ante equipos portugueses - lleva desde febrero sin perder un partido contra un conjunto de su país - pero la cosa no se queda ahí, en lo que va de temporada, sumando los cinco partidos de Champions las águilas solo han perdido un encuentro en San Paolo ante el Napoli. Este miércoles afrontaba un difícil e importante encuentro en Estambul ante el Besiktas. Sin embargo con el 0-3 a favor en el marcador en el minuto 30 hacía creer que quizás la victoria no iba a ser tan complicada. Nada más lejos de la realidad. La relajación del conjunto dirigido por Rui Vitória se fue reflejando también en la disposición táctica, lo que ayudó al resurgimiento de un Besiktas guiado por la creatividad de Quaresma y la pasión del público del Vodafone Arena.

     Los portugueses comenzaron el partido con una disposición táctica en fase defensiva de      4-3-3 con una alta presión que empezaba con Franco Cervi, Mitroglou y Gonçalo Guedes mientras en la línea de tres más próxima Pizzi, el ex del Atleti, se descolgaba más que Fejsa y Salvio para romper las líneas interiores de pase en salida y obligar a salir por fuera a los turcos. Ya en la segunda parte, tras encajar un gol y reducirse su ventaja a dos tantos, el Benfica retrasa las líneas, cosa que fue haciendo con el paso de los minutos hasta el empate final, y comienza a defender con una línea de cuatro en el medio campo, con un   4-4-2 o 4-4-1-1 según la presión sobre la defensa otomana, con la única modificación de Rafa Silva que ocupaba el puesto de Cervi por el flanco izquierdo, con Salvio ahora escorado a la derecha y Pizzi en doble pivote junto a Fejsa.
El Besiktas cada vez llegaba más al área lisboeta, y mientras los lusos retrasasen aún más su línea más favorecían este hecho. La entrada de Samaris por Gonçalo Guedes, con vistas a reforzar el poderío aéreo en defensa, así lo fundamentaba. El Benfica comenzó a acumular hombres en torno a su propia área y replegándose para defender los balones aéreos que colgaban desde las bandas turcas buscando a Aboubakar. Fruto de esta relajación mental y también de la presión turca llega un penalti absurdo que metía por completo en el partido a los otomanos y a su afición. Con el estadio ya rugiendo y continuando con la dinámica de los últimos minutos, el Besiktas siguió asediando el área portuguesa que no hacía más que defender, con Mitroglou primero y con Jiménez después como único hombre adelantado, al que buscaban con balones largos imposibles que más bien eran despejes, lo que estaba por llegar se veía venir. Y tuvo que ser a raíz de una genialidad de Quaresma. Un lujo en forma de rabona que muy pocos tendrían las agallas, y la calidad claro, para hacerlo en esa situación de partido. Minuto 88, una caldera como estadio y una remontada en el horizonte como caldo de cultivo. Y a Ricardo se le ocurre eso. El lazo perfecto para una remontada merecida por el esfuerzo de los turcos y las facilidades que los portugueses otorgaron para que fuera posible. La relajación en lo anímico, y el progresivo cambio táctico en busca de tratar de aguantar una ventaja que era suficiente, terminó por ceder un punto que deja la última jornada del grupo C al rojo vivo. El Benfica seguirá prácticamente invicto, pero partidos como este pueden llevar a la indecisión.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Mucho más que un nueve

    
     En la tarde de ayer el Oporto estuvo a punto de romper la racha de su máximo rival, el Benfica, que lleva sin perder ante un equipo portugués desde el mes de febrero. Sin embargo un gol del central argentino Lisandro López en el descuento dejó a todos los portuenses con la miel en los labios y los mantuvo por debajo en la clasificación a cinco puntos del liderato. A pesar de no ser uno de los nombres propios en la lista de goleadores, el nueve del Oporto fue uno de los jugadores más destacados del encuentro y, casualmente, en la faceta sin balón. Un '9' al uso suele ser un jugador muy cercano al área, un rematador puro que interviene poco en la elaboración de la jugada. Sin embargo en los últimos tiempos jugar de nueve ya no supone ser un nueve. Como ocurre con los extremos a pierna natural ganando línea de fondo, pocos jugadores con ese perfil quedan en el panorama europeo. Y es que el propio André Silva no lleva ni siquiera el dorsal 9, sino el 10. Lo que tampoco supone que posea esas características.

     En el sistema táctico de Nuno Espíritu Santo en Do Dragao se podía apreciar claramente una disposición con balón de 4-3-3, con Diogo Jota, el joven de 19 años cedido por el Atlético de Madrid, que consiguió el gol para su equipo, ocupando el flanco izquierdo y poniendo en serios problemas a la defensa lisboeta, mientras el mexicano Corona subía por la banda derecha y el centro del ataque lo dirigía nuestro protagonista, André Silva, que realizó un gran trabajo en el día de su 21 cumpleaños. El canterano del Oporto se mostró muy activo en la zona de tres cuartos. Sus movimientos generaban los espacios suficientes para dotar de la movilidad necesaria para que Jota y Corona se movieran con libertad entre sus carriles exteriores y la zona interior. Una movilidad que provocó desconcierto en Lindelöf y el propio Lisandro López. La capacidad de Silva para retroceder unos metros y jugar rápido de cara generando espacios a su espalda y abriendo a las bandas cuando más le convenía a su equipo fue crucial. No solo esto, sino que también se le veía caer a bandas e intercambiarse los roles con los extremos dragoes, haciendo que muchas veces, a raíz de sus caídas a la línea de cal, la principal baza ofensiva del Oporto pasara por su perfil izquierdo, con la capacidad de Diego Jota para desbordar, la calidad de Óliver Torres, que ocupaba ese flanco jugando como interior, y las subidas permanentes del ex de Galatasaray Alex Telles. Nelsinho acabó sufriendo un verdadero quebradero de cabeza, con los pocos apoyos de Salvio en esa banda y con un doble pivote -Pizzi / Samaris- que se vio totalmente desbordado, el equipo de Nuno tuvo una gran oportunidad de llevarse la victoria. Sin embargo su poco acierto de cara a puerta, con un Ederson que estuvo bastante acertado, a pesar de que en el gol se le puede atribuir algo de culpa, y sus dificultades para finalizar las jugadas permitió al Benfica llegar con vida a los minutos finales y conseguir sacar un valioso punto para seguir dirigidos a la consecución de la Liga NOS.

     Lo cierto es que André Silva tiene buenos registros goleadores esta temporada, y es que lleva 7 goles y dos asistencias en los 10 encuentros que ha disputado, por lo que no es únicamente su faceta sin balón lo más destacado del portugués, sino que también contribuye en faceta goleadora a su equipo, por lo que aunque ante el Benfica no lo hayamos podido comprobar, no solo es un jugador móvil y generador, sino que también tiene olfato y características de un nueve puro. André Silva no es solo un nueve, es mucho más que un nueve.