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sábado, 11 de febrero de 2017

Mané, bienvenido.




     De sobra es sabido que el ritmo de la Premier es otro. Más juego directo, más verticalidad y un estilo de juego mucho más vertiginoso que en otras ligas centroeuropeas y occidentales. Sin embargo el Tottenham de Pochettino se caracteriza más por un juego asociativo, sin renunciar a la verticalidad, pero primando el criterio y el juego con el balón por bajo. La versatilidad de su línea ofensiva de tres por detrás de un hombre clave como Kane, formada por Son, Dele Alli y Eriksen, de izquierda a derecha, dan un nivel de juego que permite a los londinenses ser segundos siguiendo la estela del descomunal Chelsea de Conte y finalizar terceros la campaña pasada. Es, sin duda, uno de los equipos más atractivos a los que seguir en la Premier League, coincidiendo además con la regularidad de hombres clave como Son y Eriksen y el paso adelante de nuevas figuras que ganan peso en el vestuario y en el juego de los del norte de Londres, como Dele Alli o Eric Dier. Un equipo compacto y equilibrado que aspira a pelear hasta final de temporada por acabar en lo más alto, como la temporada anterior, siempre y cuando el ritmo del Chelsea se vea reducido. Sin embargo en la tarde de hoy, en un importante partido en Anfield, el equipo se ha mostrado carente de imaginación arriba. Su línea de tres cuartos no fue capaz de generar peligro y Harry Kane estuvo poco participativo. Todo quizás generado por el tempranero doblete de un excepcional Sadio Mané, que dejó tocado a unos Spurs que no supieron reaccionar a la avalancha de fútbol vertical de los Reds.

     Klopp sabía que anulando a sus rivales a unos metros del área tendría mucho terreno ganado en el aspecto defensivo. Y los dos goles del senegalés, recién llegado de la Copa de África, le allanaban aún más el camino, ya que solo tendrían que esperar, sin la necesidad de tener que marcar o arriesgarse en tareas ofensivas. El Liverpool dejó tocar el balón todo lo que quisiera al Tottenham, siempre y cuando tuviera en balón cerca de la medular. Con las líneas bastante juntas, los Spurs tenían que acabar optando por jugadas rápidas a través de las bandas con las subidas de sus laterales o con balones largos a la espalda, ambas situaciones en las que los Reds tenían todas las de ganar, y así lo sabían.

     A partir de esos dos goles, el guión de partido fue ese. Un Tottenham dominador de la pelota, pero no del encuentro. A penas tuvo ocasiones claras para acercarse en el marcador. Únicamente en la primera media hora, cuando el Liverpool aún seguía atacando de manera muy directa, lo que propiciaba más errores y más opciones de réplica a los Spurs, pero de manera totalmente infructuosa, ante la discreta actuación de hombres como Eriksen o Dele Alli. Poca productividad ofensiva del equipo de Pochettino, quizás uno de los partidos más flojos en ese sentido de la temporada, mientras el Liverpool, con la renta del doblete de su hombre más en forma este año, posiblemente el hombre más peligroso del perfil diestro de esta Premier, fue aguantando las estériles llegadas de los londinenses y fue dejando pasar el tiempo de un partido que se quedó prácticamente sentenciado en apenas media hora de encuentro. Lo que tardó el Liverpool en ponerse dos goles por delante y empezar a manejar bien el juego del Tottenham. Un partido que controló perfectamente sin necesidad de tener la posesión. Recupera su mejor versión un Liverpool que estaba dejando muchas dudas en las últimas semanas de la mano de su hombre franquicia. Cómo te echaban de menos por Anfield, Mané.

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